lunes, 18 de junio de 2007

Adelgazar, esa jodida penitencia.

Después de aguantar las múltiples críticas de mi querido amigo el perro irlandés (ni es perro ni es irlandés, pero el mote le queda que ni pintao), decidí poner mi malograda silueta en manos de un mesías salvador de mi colesterol.

Así, la curva de la felicidad, en teoría deberá convertirse en la recta de la desdicha. Ya van cinco semanas de penitencia alimentaria, y en contra de todo lo que preveía, aguanto estoicamente y día a día a rajatabla las miserias propuestas por el demonio que se encarna detrás de la bata blanca. Es la mismísima imagen de Lucifer a golpe de balanza.


El perro irlandés está flaco. Cuando alguna vez tenía barriga era por las mayúsculas ingestas de cerveza en su malnutrido organismo, alimentado a base de horas de ordenador y barritas de cereales que paseaba en una bandeja desde la cocina a su escritorio.
Yo no podía comprender su capacidad de inanición, y menos cuando era por gusto o por vagancia. A mi siempre me gustó comer. Cuánto menos sano, más me gusta la comida.


Echo de menos las farturas con mis cofrades Kiko y Chus. Kiko sí que come. Es la persona que más cantidad puede comer que he visto en mi vida. Otro que come a Dios por una pata es Abel, y Fuster tampoco lo hace nada mal. Algún día hablaré de todos ellos.

Mientras tanto , me voy a calzar mi opípara cena: Una media pechuga de pollo a la plancha y una tacita de agua con una pastilla de avecrem.

Con dos cojones.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no tiene mala pinta la pechuga esa, sólo le faltan unos cachelos como guarnición para componer una cena estupenda.

Anónimo dijo...

Y yo que pensaba que era un frixuelu aderezau con una tazina de flanin y debajo la mesa unes galletes del Chiquilin o Maria Fontaneda...mira por onde que ye una lechuga ecologica, toa mustia y sin salero!!!
Buen provecho neñu.Tanto que...,voy merendar,por que sino despues pa la cena tengo mediu cabritu que zampar y ya sabes que eso, ye solo el empezar.
>>>>>>KIKOTE<<<<<<<