sábado, 28 de febrero de 2009

TRIBUNAL POPULAR



No me refiero a aquel programa de televisión donde me hice fan del abogado Javier Nart, si no a la última barbarie del sistema judicial, donde un jurado formado por gente de a pie absuelve a un individuo que reconoció coser a puñaladas a dos hombres.
Después de una noche de juerga en un garito en el que se puso hasta las cejas de cubatas, y tras haber conocido al camarero de alli, se fue con él y un amigo de éste a su casa a dejarse la nariz como un bebedero de patos, como él mismo reconoció.
El individuo en cuestión, Jacobo Piñeiro, esgrime que le quisieron violar y entonces para defenderse les metió 57 puñaladas como que no quiere la cosa.
Su defensa se basa en que lo hizo en defensa propia.
¿57 puñaladas en defensa propia? ¿Y cuela? Que no me jodan hombre... Encima después abre el gas y le pega fuego al piso para simular que fueron víctimas de un robo con violencia.
El tal Jacobo llora en el juicio y sus lágrimas sobornan a un jurado que le absuelve por siete votos contra dos. Es que es la virgen.
¿Cuantas sentencias injustas y cuantos fallos hacen falta para que los políticos se decidan a reformar la Justicia?
En temas como este no se puede dejar la justicia en manos del pueblo, coño.
Incluso la misma jueza que instruyó el caso declaró sentirse avergonzada por la sentencia.
Los que defienden que la justicia con jurado popular es más democrática, que reconozcan ahora su responsabilidad en todos estos errores.

Lo que necesitamos de verdad son sólo jueces profesionales, con los suficientes medios y no esta idiotez del jurado, totalmente ajena a nuestro sistema jurídico, en el que se tiran millones de euros para que luego dicten veredictos como éste. Necesitamos más jueces, con más medios, y menos jurados.

Y esto, no ye complicao.