miércoles, 27 de junio de 2007

MI LUCHA CON TRESAMI (Ver primero el anterior capítulo: Comprar piso, la odisea)

Sucedió el 25 de Abril de 2005.


Tras pasar varias semanas leyendo los anuncios por palabras de la prensa local, y rastrear los anuncios de la revista "pisos y fincas", llamo a un número de teléfono que sale en un anuncio que me llama la atención: "2 habitaciones,soleado,para entrar,garaje y trastero,zona llano."


Me sale una voz femenina muy sugerente, de una tal "Juani" de TRESAMI que me invita a pasar por la oficina y explicarme el inmueble con más detalle.


Total que pido permiso en el trabajo para escaparme media hora, y bajo la Avda Gaspar García Laviana en busca de la agencia de la "voz sugerente". Casi abajo del todo por fin la encuentro.


Una fachada muy bonita, un amplio escaparate, tres mesas en su interior y una furgoneta rotulada con su nombre aparcada justo enfrente.
La primera impresión es muy buena, no parecen unos cantamañanas. Una oficina bien situada, muchas fichas con pisos en el escaparate... la cosa parece que promete y me decido a entrar.

Una chica morena y guapa y unos ojos oscuros que cortarían la digestión al mismísimo José Feliciano, me atiende y resulta que es la chica de la voz sugerente. A primera vista muy simpática y seria en su trabajo a la vez, aparentemente profesional.

Me cuenta que el piso está en una situación impecable y que apenas está usado porque el dueño es un paisano mayor que está la mayor parte del año en el extranjero y solo viene un mes al año por lo que piso está como el primer día, pero quiere venderlo porque ya se está haciendo mayor y no está pa muchos viajes, etc etc etc...

Está en una zona muy tranquila, le da el sol al mediodía, tiene muy buena distribución, incluso va a dejar los muebles, y tiene una amplia plaza de garaje pegada a un trastero que es justo lo que yo buscaba.

No me lo podía creer, el primer piso que me ponía a mirar y ya parecía hecho para mi. Esa ocasión no la podía dejar escapar, así que le dije que quería ir a ver el chollo de piso esa misma tarde. Además el precio no se salía mucho de lo que yo tenía previsto así que seguro que merecía la pena el esfuerzo.

Pues nada, sin más, esa misma tarde, a las 16:00 horas, quedaríamos para ver la mansión.

Llamó por teléfono a un ser llamado David, que era el que tenía las llaves (supuestamente), y me confirmó la hora de la visita. Nos despedimos y salí de la agencia más contento que un ratón encima de un queso.

Había empezado con buen pie. Me sentía joven y triunfador.

continuará...